jueves, 9 de octubre de 2008

Imaginar planetas

Estar en algún planeta diferente... suena interesante.
La luz curvada de atmósferas diferentes, sonidos comprimidos o expandidos darían una pauta única. Escucharía tu voz en armonía desconocida y te observaría como nadie te ha visto. Podría imaginar algo así, sólo para intentar reconocerte y saber que el esfuerzo podría tener efecto aquí en esta tierra. Y tal vez, te encuentre... viajando a otro planeta, en mi imaginación.

martes, 7 de octubre de 2008

Ultravioleta final

Al final de los colores imposibles esta el ultravioleta. Doblemente imposible por estar fuera del espectro visible, hoy he conocido el "ultravioleta final". Se encuentra justo en el filo de la media noche. Allí se abre un pequeño momento en donde es posible percibirlo, pero sólo si se cumple una condición. Hay que terminar algo en la vida. Lo que sea. Un pensamiento, un ciclo, un amigo, un desconocido, una conversación, un texto, una esperanza. Es frío, intenso, revelador, cruel, pero hermoso. Maravilloso color que nos hace sentir que estamos vivos todavía, vibrantes. Es el color de la equivocación amable, esa que te dice que el camino tomado se terminó por haber escogido otra ruta. Profundo color que nos recuerda la imposibilidad, y el fin, cuando todavía existimos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Naranja arcano

Se dice de los "colores imposibles" que sólo existen en la imaginación, en el pensamiento, pero mas que imaginarse, se sienten. Y cuando se sienten, se ven. Pero no como cualquier color. Ahora pienso en el naranja. ¿Será porque tú lo usas a veces cuando escribes? Lo nombraré "naranja arcano". Es el naranja de los primeros instantes del amanecer soleado que ilumina y entibia el ambiente frío por la soledad de la noche, es un naranja que mitiga la tristeza vaga, profunda y sosegada de los días que transcurren en el misterio, tanto así como la visión de profundidad que imprimen los rayos de luz al pasar por entre las cosas, reflejos y sombras y polvos suspendidos moviéndose en otro tiempo, uno muy lento. De pronto el misterio de aquello que no se deja conocer del todo cobra alguna forma posible, visible, alcanzable. La soledad es de pronto mitigada por el "naranja arcano", pero no la termina. Incita si, a continuar el día con una esperanza.

martes, 30 de septiembre de 2008

Azul emocional

De todos los colores imposibles pienso en el azul emocional. Es un color que cubre todo el aire que me rodea junto con su temperatura, fresca, casi cálida pero que requiere de un mínimo de abrigo. Por momentos, cuando el azul emocional te invade se requiere de una presencia: una presencia que si se añora o desea permite olvidar el leve frio, pero que si se tiene al lado cubre de iones la superficie de tu piel erizándola con un leve sentir de agradable calor. El azul emocional puede por momentos ser triste y casi al mismo tiempo ser introspectivo, pero seguro... amoroso, nunca te abandona. Es el deseo, es la necesidad, a veces la imaginación llena de amor, simple, sencillo.

jueves, 21 de agosto de 2008

Desrepetición, muerte y... nada más.

¿Qué hacer para desrepetirme? Llevo muchos años fotocopiándome a mi mismo. Según yo descubriendo. No. Para nada. No sólo no hay nada nuevo bajo el sol: no hay nada nuevo bajo mi coco, ni dentro de mis ojos. Mi mirada, posiblemente profunda o simplemente miope no tiene rayitos de luz nuevos. Puros redescubrimientos a falta de memoria.

Qué cotorro, sin memoria no puede uno descubrir nada ni ser original porque no hay memoria de lo anterior para evitar repetirlo. Soy como el amigo de mi Yulita querida, Narinian, que asistía siempre al primer curso de ruso porque de esa manera siempre sacaba buena calificación. Yo no saco diez. No saco nada. Me pierdo sólo sin mi memoria y repito lo mismo, eso sí, a personas diferentes. Para eso si tengo memoria.

Soy cuidadoso de a quien le veo la cara porque no puedo engañar todo el tiempo ¿será por eso que me alejo de las relaciones duraderas? ¿buscando oídos nuevos? Patético. Memoria, Dios mio donde esta mi memoria.

Antes de dormir trato de recorrer la película haca atrás, intentando ver si sale algo nuevo. Si. Algo nuevo que no recuerde. Aunque sea un destello mínimo de imagen o de sentir. Siempre me acuerdo de lo mismo. Del día que me descalabré. Me caí de un barandal como vil pisapapeles y directo sin rebotes azotó mi cabeza en el suelo. Desde entonces tengo una planicie en la choya. Al menos esa idea tengo. Pero la planicie allí esta, es real y haya sido por lo que haya sido. A lo mejor así nací. Pero, según yo, puede explicar mi tonta memoria.

¿Y qué paso antes o después? Si Dios existe, él lo sabe. Yo no.

Me acuerdo del avión rectangular que hice de unas tablas y le puse cuetes a ver si volaba como Jet. Me acuerdo de una tortuga que se perdió en el jardín. Me acuerdo que perseguí a un vecinito con un martillo por no sé que cosa que me hizo y Yulita tras de mi regañándome. Me acuerdo de la gallina abada, negra con blanco y gris que puso un huevo chiquito y hermoso en un lote baldío. Me acuerdo de ti, Mauricio, que me quisiste quitar la inocencia de mi hipocresía, porque de inocente no tenía mucho, de ignorancia si tenía... y es que yo sabía lo que tu querías pero siempre fui cobarde. Yo era un idiota, no un inocente. Y así... el resto.

¿Dónde estas Yula? Me haces falta. Yo quiero que estés haciendo algo tuyo, solo tuyo y de nadie mas. No quiero siquiera distraerte llamándote en mi memoria. Sé que me apreciarías eso. Sé que estabas cansada, agotada, nunca supe porqué. Ese fue tu secreto. Tal vez fuimos nosotros. Todos nosotros los que no te dejábamos descansar. Y ahora lo entiendo cada vez mas.

La muerte es algo totalmente de uno, y nada más.

martes, 15 de julio de 2008

No sé, otra vez, no sé.

No sé que hacer para comunicarme contigo.

Sé que no he hecho ni una centésima parte de lo que es posible, y nada de lo que pareciera para mi imposible. Soy cobarde.

Y sin embargo me invade todos los días la necesidad de recordarte, de pensarte, de vivirte un momento en tus cosas, en tu orden, en la posición de los cuadros de la escalera, en tu inconfundible escritura y letras a veces de molde en los recados y manuscrita en todo lo demás. Los perros. Los perros. Los perros. Tu carta del ratón. El dupelicascarifante. Las cuentas, esas siempre me daban terror pero sabía que no tenía escapatoria.

Me encuentro tus recados. Tus tés. ¡Coño! dejaste muchos sin etiqueta y no sé qué hacer con ellos. Tomármelos. Eso haré. Mas tarde.

Ayer fue tu cumpleaños, y lo recuerdo lejano. Es mi problema de memoria permanente. Todo lo recuerdo sin tiempo pero lejano. Y sigo sin encontrar manera de comunicarme contigo.

No quiero mover nada para hacer de este lugar un espacio infinito. Para descubrirlo por primera vez a pesar de todo. Si lo hago con calma me pasará lo que con las películas de Tarkovsky: las he visto pero lo hago de tal manera que al verlas otra vez son nuevas, es la ventaja de la mala memoria. De todas formas lo que necesito encontrar no está aquí, porque te fuiste y te llevaste mi memoria. Tengo todavía muchas cosas que preguntarte... ya habrá tiempo.

Tenías razón. Siempre la tuviste.

miércoles, 18 de junio de 2008

Tres Muertes

La idea y la emoción pueden ir juntas, a veces desfasarse y seguirse una a otra a pautas diferentes.

He sufrido tres muertes con la misma persona. Es decir, ésta persona ha muerto tres veces en mi. Faltan seguramente dos definitivas. ¿Cuántas veces puede morir una persona?

No se trata de contar. Hago mal, lo sé. Creo que el asunto trata de que mientras estemos en este mundo nuestros contactos humanos cambian. Despedidas, bienvenidas, desconocimientos, conocimientos, señales, no señales; sonrisas, no sonrisas, abrazos, no abrazos. De todos los posibles cambios la "no señal" es la mas dolorosa de todas estas "pequeñas muertes" o despedidas ("pequeñas muertes", nada que ver con su interpretación en francés "petite mort").

La primer muerte fue cuando a él lo llevé con su madre. Y duró hasta el día que regresó conmigo. Fue una muerte de varios años. Al regresar él era una persona casi desconocida para mi, segunda muerte. Desde el nacimiento de la relación hasta el día que lo dejé puedo afirmar que fue uno de los periodos mas felices que he vivido. Pude tener a un hijo y disfrutarlo junto con su niñez. El crecimiento de un hijo es un renacimiento e implica una muerte. Es la misma persona, el mismo ente, el mismo nombre. Pero a veces el cambio es tan radical, que lo que uno desea que se mantenga en la persona se debe asimilar como un proceso de pérdida. Egoísmo después de todo.

Las muertes de las que hablo son todas egoístas, mías, de nadie mas. ¿Porqué digo muertes y no despedidas? Es la intensidad. El amor. ¿Cuánto? El amor no se "sabe". Se "siente". Y por eso hablo de muerte. La forma tangible que mantiene ese amor cambia, pero el concepto de amor es una ficción y no cambia, es inmutable. Hay que desmenuzarlo. Descomponerlo, irle quitando efecto y dejar sólo la satisfacción de que existió. Pero hasta allí. No se quita mas.

La muerte "física", su impresión mental, emocional, perduran hasta que quien porta el recuerdo muere por igual. ¡La muerte es un asunto de vivos, carajo! Las despedidas, las "no señales" también.

El hijo crece y muere, de tajo o a pedacitos, es igual al final. El hijo se independiza o se va y muere igual de tajo o a pedacitos. El hijo se desprende, se enoja, se fastidia y muere. Tercera muerte. Igual a pedacitos o de tajo. Y, a veces renace... desea uno. Sólo eso.

Yulita querida ¿Habré muerto yo, como hijo, todas estas veces para ti? ¿Cuántas pequeñas muertes y grandes muertes nos faltan para entendernos vivos? ¿Para terminar de conocernos, de aceptarnos, de querernos, de odiarnos, de llorarnos, extrañarnos, abrazarnos, amarnos, besarnos, vivirnos?

De qué trata, ¿Qué es esto?

Es una lucha de honestidad y es una lucha contra el tiempo. Se trata de que las cosas sucedan en orden para completarlas.

Es un diario escrito al revés, de lo que pasa hoy, en la inmediatez del tiempo, para contártelo a ti Yulita mía. Sobre lo que vivimos y no vivimos. Lo que en su momento fue, lo es hoy para recordar y vivir y sentir y decírtelo a ti que no estas y recordarlo yo cuando esté contigo.

Una imagen tuya en la oscuridad de los párpados

Fue posiblemente una imagen oscura con destellos de fondo. De esas imágenes que surgen cuando se cierran los párpados. Diferentes patrones pero familiares invitando a escribir algo sobre ti. Me inspiraste. Fue eso. Simplemente.

Te escribí sobre sueños, sobre la luna, el mar, lo sutil, lo lejano, la esperanza, el deseo. Y ahora regreso al mismo sentir sin conocerte, sin saber si eres la misma persona que busco, sin saber si la inspiración que tú ejerces en mi te hace presente, te hace existir, o no.

Te seguiré buscando en mi mente. En mi espíritu como en un libro de mil páginas. A veces estas en una página doblada por la esquina. Como si te hubiera leído alguna vez, en otras ocasiones sólo es cuestión de pasar las hojas y allí estas. Te encuentro y desapareces; eres el texto que leí y cambia cuando retorno a él. Cambio yo, no tú. Tú eres inmutable. Eres la mirada que se retira cuando volteo al caminar. Me retiro yo, no tú. Si te encuentro desapareces, si te busco no te encuentro. Es cuando camino solo y con otros asuntos o cuando reviso mensajes sin esperar nada y el destino me tiene sin cuidado, que apareces sin avisar. Te veo, te leo, o incluso te escucho sólo un instante.

Sin embargo cada día eres mas cercano y sé que al pasar el tiempo algo pasa en mí. Puede que me endurezca por el dolor de estómago o sienta pequeñas fiebres o frío. O puede ser que mi mente o mi espíritu se erosionen y cada vez se asemejen mas a una piedra de río tallada por el paso de las ideas, las emociones, los arañazos de gato o los picotazos de los pericos. Pero al pasar todo eso, puedo sentir cerca ese momento que siempre será tardío y novedoso al mismo tiempo. Palpitante y relajador, traumático y sanador. Ese miedo que da la felicidad; esa angustia que da la seguridad. Un instante después, siempre un instante después, eres más cercano a mi.

Siempre me pregunto ¿qué pasará si me enfrento a ti? Si me decido a materializarte. ¿De qué material te haré? Del árbol viejo que da sombra y tira en mi taza de té pequeñas semillas y pajas, de polvos entresacados de los libros que nunca he leído, de los que nunca leeré, ¿de esa esperanza o de esa ansia? Te sacaré, posiblemente, de entre los zumbidos de la gente desconocida, del pasar caminando, de entre los olores de las camisetas de algodón y mezclilla tibia.

Te sacaré de los latidos que alguna vez escuche de un pecho en el que acurruqué mi oído. De acariciar un vientre y pasar mi dedo por un ombligo. De la saliva que intercambié entre sueños y realidades. De sabores ácidos, metálicos, dulces... neutros a veces.

No importa. Cuando me enfrente a ti lo perderé todo. Los recuerdos, la memoria, los gozos, tristezas y dolores. Se disipará mi vida como vapor en una destiladora: saldrá una sola gota de mi, y tú harás con ella lo que se hace con los asientos del café o con la leche derramada. Esa gota la dejarás caer y de la figura resultante surgirá otro destino. Encontrarnos provocará una singularidad en nuestro tejido temporal. Desapareceremos en la oscuridad de los párpados cerrados. Viviremos en los centelleos.

martes, 10 de junio de 2008

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