jueves, 29 de julio de 2010

Soltar y dejar ir. Adiós Yulita, Adiós Solfa.

Hace unas horas tuve que tomar una decisión de eutanasia con mi perrita solfa. No hay palabras ni pensamientos que puedan describir, explicar o mitigar el difícil trago emocional, anímico y mental que significa decidir sobre la vida de otro ser. La Solfa en franco estado de deterioro físico y sufrimiento aún podía verme y dirigirme la mirada como con una pregunta al aire. Podía levemente mover la cola apenas escuchaba mis palabras. La perrita que fue de Yula, mi madre, hasta hace 2 años que falleció (y que también tuve que decidir sobre los últimos momentos de su vida), paso a mis manos y cuidados. Y como acción recurrente tuve el día de hoy que tomar una decisión de "soltar y dejar ir" para otro ser y también para mi.

La pregunta mas profunda y compleja que puedo hasta el día de hoy plantearme y plantearle a la vida en general es ¿qué ocurre con esa maravillosa y misteriosa construcción individual de la conciencia de "si" cuando dejamos de funcionar y se apaga el switch de la vida? Sé muy bien que los animales al igual que los seres humanos gozan de esa conciencia de "si", así que lo más que pude hacer con toda mi humilde humanidad fue acariciar su cabecita y posar la palma de mi mano pensando en ella y en mi madre, agradeciendo su amor y rogando su perdón.

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