miércoles, 18 de junio de 2008

Tres Muertes

La idea y la emoción pueden ir juntas, a veces desfasarse y seguirse una a otra a pautas diferentes.

He sufrido tres muertes con la misma persona. Es decir, ésta persona ha muerto tres veces en mi. Faltan seguramente dos definitivas. ¿Cuántas veces puede morir una persona?

No se trata de contar. Hago mal, lo sé. Creo que el asunto trata de que mientras estemos en este mundo nuestros contactos humanos cambian. Despedidas, bienvenidas, desconocimientos, conocimientos, señales, no señales; sonrisas, no sonrisas, abrazos, no abrazos. De todos los posibles cambios la "no señal" es la mas dolorosa de todas estas "pequeñas muertes" o despedidas ("pequeñas muertes", nada que ver con su interpretación en francés "petite mort").

La primer muerte fue cuando a él lo llevé con su madre. Y duró hasta el día que regresó conmigo. Fue una muerte de varios años. Al regresar él era una persona casi desconocida para mi, segunda muerte. Desde el nacimiento de la relación hasta el día que lo dejé puedo afirmar que fue uno de los periodos mas felices que he vivido. Pude tener a un hijo y disfrutarlo junto con su niñez. El crecimiento de un hijo es un renacimiento e implica una muerte. Es la misma persona, el mismo ente, el mismo nombre. Pero a veces el cambio es tan radical, que lo que uno desea que se mantenga en la persona se debe asimilar como un proceso de pérdida. Egoísmo después de todo.

Las muertes de las que hablo son todas egoístas, mías, de nadie mas. ¿Porqué digo muertes y no despedidas? Es la intensidad. El amor. ¿Cuánto? El amor no se "sabe". Se "siente". Y por eso hablo de muerte. La forma tangible que mantiene ese amor cambia, pero el concepto de amor es una ficción y no cambia, es inmutable. Hay que desmenuzarlo. Descomponerlo, irle quitando efecto y dejar sólo la satisfacción de que existió. Pero hasta allí. No se quita mas.

La muerte "física", su impresión mental, emocional, perduran hasta que quien porta el recuerdo muere por igual. ¡La muerte es un asunto de vivos, carajo! Las despedidas, las "no señales" también.

El hijo crece y muere, de tajo o a pedacitos, es igual al final. El hijo se independiza o se va y muere igual de tajo o a pedacitos. El hijo se desprende, se enoja, se fastidia y muere. Tercera muerte. Igual a pedacitos o de tajo. Y, a veces renace... desea uno. Sólo eso.

Yulita querida ¿Habré muerto yo, como hijo, todas estas veces para ti? ¿Cuántas pequeñas muertes y grandes muertes nos faltan para entendernos vivos? ¿Para terminar de conocernos, de aceptarnos, de querernos, de odiarnos, de llorarnos, extrañarnos, abrazarnos, amarnos, besarnos, vivirnos?

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