martes, 15 de julio de 2008

No sé, otra vez, no sé.

No sé que hacer para comunicarme contigo.

Sé que no he hecho ni una centésima parte de lo que es posible, y nada de lo que pareciera para mi imposible. Soy cobarde.

Y sin embargo me invade todos los días la necesidad de recordarte, de pensarte, de vivirte un momento en tus cosas, en tu orden, en la posición de los cuadros de la escalera, en tu inconfundible escritura y letras a veces de molde en los recados y manuscrita en todo lo demás. Los perros. Los perros. Los perros. Tu carta del ratón. El dupelicascarifante. Las cuentas, esas siempre me daban terror pero sabía que no tenía escapatoria.

Me encuentro tus recados. Tus tés. ¡Coño! dejaste muchos sin etiqueta y no sé qué hacer con ellos. Tomármelos. Eso haré. Mas tarde.

Ayer fue tu cumpleaños, y lo recuerdo lejano. Es mi problema de memoria permanente. Todo lo recuerdo sin tiempo pero lejano. Y sigo sin encontrar manera de comunicarme contigo.

No quiero mover nada para hacer de este lugar un espacio infinito. Para descubrirlo por primera vez a pesar de todo. Si lo hago con calma me pasará lo que con las películas de Tarkovsky: las he visto pero lo hago de tal manera que al verlas otra vez son nuevas, es la ventaja de la mala memoria. De todas formas lo que necesito encontrar no está aquí, porque te fuiste y te llevaste mi memoria. Tengo todavía muchas cosas que preguntarte... ya habrá tiempo.

Tenías razón. Siempre la tuviste.

No hay comentarios:

Contribuyentes