jueves, 21 de agosto de 2008

Desrepetición, muerte y... nada más.

¿Qué hacer para desrepetirme? Llevo muchos años fotocopiándome a mi mismo. Según yo descubriendo. No. Para nada. No sólo no hay nada nuevo bajo el sol: no hay nada nuevo bajo mi coco, ni dentro de mis ojos. Mi mirada, posiblemente profunda o simplemente miope no tiene rayitos de luz nuevos. Puros redescubrimientos a falta de memoria.

Qué cotorro, sin memoria no puede uno descubrir nada ni ser original porque no hay memoria de lo anterior para evitar repetirlo. Soy como el amigo de mi Yulita querida, Narinian, que asistía siempre al primer curso de ruso porque de esa manera siempre sacaba buena calificación. Yo no saco diez. No saco nada. Me pierdo sólo sin mi memoria y repito lo mismo, eso sí, a personas diferentes. Para eso si tengo memoria.

Soy cuidadoso de a quien le veo la cara porque no puedo engañar todo el tiempo ¿será por eso que me alejo de las relaciones duraderas? ¿buscando oídos nuevos? Patético. Memoria, Dios mio donde esta mi memoria.

Antes de dormir trato de recorrer la película haca atrás, intentando ver si sale algo nuevo. Si. Algo nuevo que no recuerde. Aunque sea un destello mínimo de imagen o de sentir. Siempre me acuerdo de lo mismo. Del día que me descalabré. Me caí de un barandal como vil pisapapeles y directo sin rebotes azotó mi cabeza en el suelo. Desde entonces tengo una planicie en la choya. Al menos esa idea tengo. Pero la planicie allí esta, es real y haya sido por lo que haya sido. A lo mejor así nací. Pero, según yo, puede explicar mi tonta memoria.

¿Y qué paso antes o después? Si Dios existe, él lo sabe. Yo no.

Me acuerdo del avión rectangular que hice de unas tablas y le puse cuetes a ver si volaba como Jet. Me acuerdo de una tortuga que se perdió en el jardín. Me acuerdo que perseguí a un vecinito con un martillo por no sé que cosa que me hizo y Yulita tras de mi regañándome. Me acuerdo de la gallina abada, negra con blanco y gris que puso un huevo chiquito y hermoso en un lote baldío. Me acuerdo de ti, Mauricio, que me quisiste quitar la inocencia de mi hipocresía, porque de inocente no tenía mucho, de ignorancia si tenía... y es que yo sabía lo que tu querías pero siempre fui cobarde. Yo era un idiota, no un inocente. Y así... el resto.

¿Dónde estas Yula? Me haces falta. Yo quiero que estés haciendo algo tuyo, solo tuyo y de nadie mas. No quiero siquiera distraerte llamándote en mi memoria. Sé que me apreciarías eso. Sé que estabas cansada, agotada, nunca supe porqué. Ese fue tu secreto. Tal vez fuimos nosotros. Todos nosotros los que no te dejábamos descansar. Y ahora lo entiendo cada vez mas.

La muerte es algo totalmente de uno, y nada más.

No hay comentarios:

Contribuyentes